domingo, 26 de noviembre de 2017

Cristianismo práctico: la historia de Nicky Cruz

Corre Niky Corre es un libro autobiográfico escrito por el ahora ministro evangélico Nicky Cruz con la ayuda del también escritor Jamie Buckingham y editado por primera vez en 1968 en Miami, Florida, que cuenta la historia de su conversión al cristianismo, desde su infancia en Puerto Rico, pasando por su período como líder de la banda neoyorquina conocida como los Mau Mau, hasta varios años después de haberse consagrado como colaborador y creador de distintos movimientos y organizaciones religiosas destinadas a apoyar a jóvenes y adultos en situación de adicción y desamparo.

     Cruz nació en el seno de una familia donde era común la práctica del espiritismo y la brujería. Ellos lo castigaban encerrándolo con las palomas de la casa toda la noche y diciéndole que era un engendro del demonio. Nada de esto impidió, sin embargo, que desarrollara un sincero afecto por sus hermanos. En una ocasión, de hecho, los tres paseaban por los campos de Puerto Rico, el más pequeño de la familia resbaló y cayó a un río. Nicky, sin pensarlo dos veces, saltó y nado en busca del poseedor de su sangre. Le salvó la vida en el acto. Este acontecimiento le daría al autor la sensación de omnipotencia que los caracterizaría en su tiempo como líder de pandilla. La idea de poder incidir acerca de la vida y muerte de otro humano lo llenó de excitación y adrenalina. El 1 de enero de 1955 fue enviado a vivir con su hermano mayor en Fort Greene, Brooklyn, Nueva York; una comunidad habitada principalmente por inmigrantes y afroamericanos. Ese mismo año, y también como método de supervivencia, se une a la pandilla de los Mau Mau, para quienes trabajaría y viviría por tres años. Ya en 1958 se había convertido en el presidente. Se dedicaba a planear las peleas y destruir a otras pandillas. En todo este tiempo seguía manteniendo la misma actitud soberbia ante la vida y su fin. Un punto de inflexión fue la muerte de su amigo Mannie producto de un ataque rival. Fue en ese instante que Nikcy chocó contra la realidad y se dio cuenta que él no era dueño del destino de nadie. Una tarde hubo un clamor en las calles. Un tal reverendo David Wilkerson estaba predicando la palabra de Dios a los pandilleros. Nicky le enfrentó ante la posibilidad de que el religioso buscara despojarlo de su poder, pero David no respondió a sus amenazas más que con mensajes de amor y mansedumbre. Si bien la situación no llegó a mayores, allí nació cierta inquietud en el interior del autor. Dos semanas después de dicho evento, a Nicky le llegó la noticia de que el pastor celebraría una reunión evangélica en el barrio, ocasión que quería aprovechar para asaltarlo. Sin embargo, fue en aquella reunión donde Nicky se sintió apaciguado por el amor de Dios. Sintió la necesidad de orar y pedir perdón por sus actos. Al día siguiente entregó todas sus armas, y una considerable cantidad de su pandilla, a la policía. Luego de esta muestra pública de confianza se convirtió rápidamente en el protegido de Wilkerson. Con su influencia lograron inscribirlo en un instituto bíblico para iniciar su viaje hacia el ministerio. Ya con estudios teológicos en su haber volvió a su barrio donde se dedicó varios años a predicar el nombre de Jesucristo en pandillas. Actualmente es líder de  "Nicky Cruz Outreach", un programa dedicado a acoger y proteger adolescentes con problemas y encaminarlos en una senda más recta.

     Respecto al formato de la obra misma, está escrita únicamente en prosa. No hace utilización de rima en ningún momento. Además, la narración es del tipo directa, esto es, los personajes (en este caso, personas reales) entregan sus diálogos a través de su propia voz sin ser el autor como interlocutor. Tales diálogos intentan ser reproducción fiel de aquellos que se dieron realmente en la vida de Nicky, pero difícilmente llegan a ser una copia exacta. Todo es el resultado del trabajo literario cooperativo entre Cruz y el escritor Jamie Buckinham, por lo que algunas conversaciones son adaptadas con el fin de tener coherencia, pero siempre teniendo como base los recuerdos de Nicky y lo plasmado en su propio libro por David Wilkerson, cuestión que se tratara más abajo.

     Tal como podría intuirse, Corre Nicky, Corre es una obra de carácter religioso de tipo testimonial. Si bien el hilo conductor se enfoca en las experiencias (a veces un poco crudas) de un joven en la vida de pandilla y cómo sale de ella, desde la mitad en adelante, aproximadamente, la historia se desarrolla alrededor de la fe cristiana, misma fe que desencadenaría todos los acontecimientos por venir. Se podría incluso plantear que el libro se divide en dos grandes secciones: La primer antes de la conversión de Nicky y la otra después de la misma. Esto se sustenta, entre otras cosas, en que las temáticas a tratar y el lenguaje usado varían significativamente de una sección a otra. Mientras en la primera sección se narra detalladamente cómo Nicky consiguió el poder e influencia que lo hizo conocido en el bajo mundo de Nueva York a través de un lenguaje directo y literal sin llegar a reparar en figuras retóricas, la segunda parte cuenta cómo lleva su vida luego de su conversión y la atmósfera del relato pasa a ser más liviana añadiendo más usos del lenguaje figurativo, especialmente, la comparación poética. En total, la obra abarca desde la infancia del protagonista hasta aproximadamente los 40 años.

     Debe su nombre a una tradición léxica común en el inglés. Cuando se le quiere dar énfasis a la huida a apuro de una persona es normal decir “Corre (run) (…) corre”. Ejemplos de esto son: “Run, Forest, run”, “Run, Barry, run”, etc. Del mismo modo, en el libro, Nicky ha de escapar de todos los males que le son inherentes a su estilo de vida.

     Antes de la edición del primer ejemplar, ya existía un libro que contaba la historia de conversión de Nicky, su nombre es La cruz y el puñal siendo escrito por el también pastor David Wilkerson y narrado por él, quien, dicho sea de paso, fue el instrumento inicial mediante el cual el protagonista conoce a Dios. La necesidad, sin embargo, de entregar una nueva versión de los hechos, esta vez desde el punto de vista de Nick, es la que le da el impulso inicial a esta obra. La gran diferencia entre ambas es que la escrita por Wilkerson aborda su trabajo y todo lo que le rodea de una forma más espiritual mientras que Corre, Nicky, Corre es mucho más cruda y visceral. Jamás, en todo el relato, se hace mención de un hecho abiertamente sobrenatural externo que haya macado la vida de ex-pandillero, sino que todas las manifestaciones de Cristo son realizadas a través de epifanías morales o cambios de comportamiento perfectamente factibles y atribuidas a la incidencia de la fe en las personas. El cristianismo planteado en Corre Niky Corre propone una experiencia religiosa más aterrizada en ese sentido, aunque en ningún caso ni momento se desconoce o desmerece la existencia de milagros alejados de dicha naturaleza.

     Otra diferencia importante con respecto a La cruz y el puñal es el período de tiempo que se trata. Mientras la obra narrada por Wilkerson trata la historia de su viaje a Nueva York y la conversión de Nicky (aunque con mucho más detalle), el libro del cual hablamos se extiende desde la infancia de su protagonista hasta casi dos décadas después de su encuentro con la fe. En la opinión de este humilde blogger, aquél es el aspecto más importante, principalmente porque es luego de la mitad de la historia que se presentan los desafíos que se enfrentan en aquella nueva vida. Como un tipo también cristiano, puedo dar certeza que es cierto que Dios no resuelve todos los problemas de las personas. Lo que sí hace, y allí recae la esperanza, es que Él brinda la fuerza y el coraje con la que se enfrentan tales desafíos, puesto que la vida cristiana es en sí misma, la más grande de las pruebas. Si ese es el caso, entonces, ¿por qué someternos ante tal situación? ¿Por qué no, entonces, renegar de Dios y evitar los desafíos que propone vivir según su palabra? Supongo que poner la respuesta en términos conceptuales sería difícil, ni siquiera Nicky lo hace, pero en términos prácticos, sí. No es ético, sin embargo, aplicar la experiencia del protagonista a nivel universal sin consentimiento, supongo que la respuesta se encontrará en las páginas del libro. En este caso, yo fracaso rotundamente en m ideal de explicar todos los elementos de la obra en pos de invitar a mis lectores a que me acompañen en la lectura y discutamos juntos la respuesta (espero en los comentarios). Tal ejercicio de lectura, de hecho, es el mensaje principal del libro.

     A nivel de marketing, el libro sí invita a leerlo, aunque la poca experiencia narrativa del autor puede desanimar a los lectores acostumbrados a trabajos ligados al ejercicio desde un punto de vista más académico. Esto, muy a mi pesar, interfiere con la recepción del mensaje evangelístico. Suponiendo que tal barrera es apropiada por los escritores y entendida su visión, se deduce que la obra está destinada a jóvenes sumidos en la misma situación de Nicky, es decir, actividad pandillera, drogas, delincuencia y un largo etc. Estas personas muy difícilmente tendrán el acceso a la educación necesaria para entender o debatir acerca de textos puramente apologéticos como aquellos que fueron escritos por grandes exponentes como Josh Mcdowell, John Lennox, C.S. Lewis o Dante Urbina, sino que necesitan un trabajo más cercano y directo que les convenza de la vida cristiana. Si, y no puedo decirlo con total convencimiento, es el objetivo de Cruz, pues logra alcanzarlo. Tal vez jamás logre hallar respuesta a esta interrogante, habrá que esperar. Lo cierto es que gusta a un público que no alcanza a ser universal, lo que es una innegable limitante.

     En resumen
   
     Lo mejor: el aspecto crudo, dramático, visceral y sin censura de la primera parte de la obra. En tantas otras obras del mismo carácter y con el mismo objetivo, se obvian estos temas, dando la impresión de que el cristianismo es una especia de burbuja teórica y práctica, lo que, muy a mi entender, es una concepción nosciva. Corre, Nicky, Corre rompe sin extra pretensiones tal esquema. Abre la herida para que, de una vez por todas, pueda sanar.

     Lo peor: Es un libro algo “encriptado” que no permite el interés de personas acostumbradas a trabajos más elevados. No se siente un equilibrio entre la empatía y el aprendizaje, aunque quizá, tal hecho es apropósito. Siendo ese el caso, y no lo sé, no lo mencionaría.

     Para finalizar, y a nivel muy personal, debo reconocer que Corre, Nicky, Corre es un libro muy especial para mí. Lo leí cuando recién me estaba comprometiendo de lleno en la vida espiritual cristiana y lo releí estas vacaciones con el fin de escribir este post. Es, sin lugar a dudas, un libro que me hacía falta. En mi adolescencia muy poco entendía de la teoría literaria, por lo que tales cuestiones no me interesaban. Lo que, fuera de los cultos cada domingo, necesitaba, era una sincera muestra de cristianismo práctico que no requiriera de un profundo y académico estudio que terminara por desconfigurar intenciones que eran inicialmente puras.

Espero les haya servido y lo hayan disfrutado.

¿Me faltó decir algo? ¿Conocían esta obra? Cuéntenme.

Fue, como siempre, un placer. Dios les bendiga.