lunes, 5 de septiembre de 2016

Andalucía con Sabor Peruano.

  Los Centros Andaluces fueron asociaciones culturales que en España y en el extranjero se dedicaron a la difusión del  andalucismo (amor o apego a las cosas características o típicas de Andalucía). Sin embargo, en su país natal, estos centros fueron clausurados con la dictadura del Primo de Rivera aunque los que se encontraban en el extranjero siguieron en funcionamiento, incluso hasta el día de hoy. Ese es el caso del “Centro Andaluz de Perú”.

  La directora de esta institución en el año 2011, Carmen Pérez Poyón impulsó el trabajo del cual se hablará en este post. Se trata del álbum del trovador peruano, Omar Camino titulado “Soledad Sonora”.


  Se trata, a grandes rasgos, de una unión cultural. El disco consta en su totalidad de poesía andaluz (con exponentes como Juan Ramón Giménez, Rafael Alberti o Luis de Góngora) musicalizada con los ritmos y melodías predominantes del Perú, bien como lo son el festejo, el valse o el landó.
  Si bien es difícil de decir, “Soledad Sonora” es una referencia al sentimiento predominante en las obras pertenecientes a la modernidad española. La soledad, esta vez, puesta al servicio de la música. Una forma de reconocer la influencia andaluz en la música peruana.
  Omar Camino, su creador, es un trovador peruano caracterizado por su diversidad artística. En el escenario combina la música, la improvisación de versos, lo tradicional peruano y del mundo. Se ha presentado en diversos encuentros de música popular y canto nuevo a lo largo de toda Latinoamérica, en países como  Argentina, Bolivia, Brasil, Chile, Colombia, Costa Rica, Ecuador y México.  No tuvo una formación musical formal, por lo que todas sus destrezas las adquirió de forma autodidacta, no obstante, esto no le impidió insertarse en el ambiente musical: primero de la mano del rock en una banda llamada Danza Rota, con quienes editó dos álbumes, uno homónimo el año 2001 y “Abrazar el mundo” el 2004, y luego como el cantautor de raíces folclóricas, como se le conoce actualmente, motivado por la inquietud de encontrar e incorporar nuevos sonidos provenientes de todo el Perú y gran parte de América Latina. Fruto de esto último, aparece el 2009 su primer disco solista: “Camino”. Siguiendo esta misma estela, el año 2011 sorprende con el álbum “Soledad de Soledades”, del cual se habla en este post. Más tarde, el trovador demostraría que no todo es música en su vida y publicaría el año 2013 su primer poemario, “Todo lo llevo en el canto” y el año 2015 produce el “I Festival Internacional de la Canción Independiente”, espacio destinado a promover la canción de autor, independiente del estilo musical. Actualmente, según su página web, se encuentra preparando la presentación de su tercer disco solista “Adioses y bienvenidas” que busca exponer un estilo fresco y diverso combinando lo mejor del ayer y de hoy en su país y el mundo.

 Como ya se dijo, la obra oscila entre varios estilos musicales. Pero siempre teniendo el común denominador de la música andina; semejante al trabajo realizado siempre por Inti Illimani, pero en menor medida.


Lo anterior converge en que el álbum combine lo sublime con lo festivo magistralmente. Los arreglos musicales son impecables (mención especial para Coco Vega, el guitarrista) y la interpretación instrumental  derrocha pasión, cimentando la idea de que las canciones fueron grabadas en la primera toma.  

Lo mejor: todo lo ya dicho. Además, todo el conjunto suena increíblemente natural y cercano. Parece una conversación disfrazada de música y poesía. Honroso reconocimiento merecen los temas “Carnaval” y “Volverán las oscuras golondrinas” que pasaron de ser líricas legendarias a canciones increíbles.


Lo peor: Si bien el arreglo musical es bueno, canciones como “Aprended flores en mí” o “Bien puede ser” suenan, en algún punto, repetitivas sobre la misma. Si bien es comprensible que esto ocurra debido al estribillo que llevaban los mismos poemas, esto pudo haberse remediado con juegos melódicos o cambios en el fraseo. Sin embargo, esto es lo de menos.


Conclusión: “La Soledad Sonora” es una pieza sublime, que, quizá debido a su corta duración (8 canciones de aproximadamente cuatro minutos), nos deja con ganas de más. No es un disco con el fin de ser solo eso. Es un maravilloso experimento de unión cultural.  Bien merece un lugar en la música peruana más importante que el que ahora posee. 

 ¿Qué les parece a ustedes? ¿Conocían a Omar Camino? ¿Les gusta la poesía abdaluza? Cuéntenme.

Como siempre, ha sido un placer. Dios les bendiga. 

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